Una pinche torta de milanesa.

Cuando nos ponemos a dieta solemos caer en un terrible error: anunciarlo. Está una tan motivada y tan dispuesta a, ahora sí, hacer la dieta como debe ser, que lo anunciamos con bombo y platillo... hasta nos damos el lujo de negarnos a alguna invitación. Claro, durante los primeros días de la dieta en los que, alimentarse de lechuga y jitomate, parece una tarea sencilla.
- Ándale, solo un taquito
. Ay no, gracias, es que ¡estoy a dieta!

... y esa última parte es la que nos dejará estigmatizadas, al menos, durante los siguientes días... porque, al principio es sencillo... desayunar pan integral con una micro rebanada de queso panela y media taza de melón... ¡qué fácil!... comer una pechuga a la plancha, acompañada de toda la verdura que queramos, ¡pan comido!... Y así pasan los días, así observas cómo los demás disfrutan de tacos, gorditas y cuanta garnacha se cruce por su camino... mientras una, gorda abnegada, muerde su pepino con todo el rencor que le es posible... y, por un momento, recordamos de nuevo la meta... nos sumergimos en nuestro sueño de ser delgadas algún día y caber en un bonito vestido, que se nos vean nalgas en unos jeans entallados... DOS nalgas bonitas y redondas, por el amor de Dios... y no cuatro, cuando nos aprieta el calzón. En fin, lechuga, jitomate, espinacas, leche lightdeslactosadadescremadacasiagua... y, una semana después, estamos HASTA LA PUTA MADRE.

Entonces comienzan las tentaciones... el trompo de pastor que nos hace ojitos, el sope que nos sonríe coqueto, la gordita de migajas que, con su seductora voz imaginaria nos dice: ¡cómeme! Y nosotros que somos débiles, chingao... y, en uno de esos lapsus de debilidad nos animamos a romper la dieta, al fin que. qué tanto es tantito... Una torta de milanesa, qué tiene... al fin que la pido con mucha lechuga, jitomate y aguacate (¿qué?, es grasa de la buena)... Llegamos al comedor dispuestas a devorar nuestro prohibido manjar... abrimos el envoltorio, le exprimimos el limón... se nos hace agua la boca al oler el chile jalapeño toreado que amenaza con picar chingón... nos aprestamos a dar la primera mordida y...

-¿No que estabas a dieta?

¡Vale madre!... nos arruinan el pecado... pero eso nos pasa por anunciarlo, no podemos comer a gusto ni una pinche torta de milanesa.

Lau, la gorda.

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