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Una gorda en aprietos.

El día de hoy fui a mi primera clase de aquagym. Hacía muchos años que no me metía a una alberca y, lo más difícil, con traje de baño obligatorio. Digo, otras veces he estado en una alberca pero echando desmadre, con short o una playera encima, ahora fue diferente. La diferencia comenzó desde el momento mismo de enfrentar la posibilidad de tomar la dichosa clase, después se complicó al tener que buscar la opción del traje. Necesitaba algo que disimulara un poco las lonjas y su gelatinosidad... Pero no, gente, un traje de baño deportivo no permite ocultar nada, por el contrario, exhibe y define todas y cada una de nuestras redondeces... ¡Puta madre! Elegí uno de 'pierna larga', ya era demasiado tener que usar traje de baño como para, todavía, andar enseñando las nalgas y esa horrible 'lonjita' que se hace en la parte interna superior del muslo... Pero, lo más más difícil: probármelo. Entré al probador con un par de opciones y un chingo de complejos. Solo me medí uno,

Ni una más.

Esta nota, después de tantísimo tiempo de ausencia, es solo para decirle (de manera simbólica) al hijo de puta que me preguntó si estaba embarazada, que no, que esto se llama gordura y que, finalmente, qué chingados le importa... Después de 35 años de ser gorda, no mamar, es la primera vez que me enfrento a esta situación y, chicas, se siente culero... Porque, en primera, ¿quién le da derecho a la gente de suponer equis o ye a partir de la apariencia de alguien más? Es como si le pregunto a una súper flaca, después de comer: y qué, ¿ahora vas a ir a vomitar? ¡NO SEAN MAMONES, POR PIEDAD! Esa forma que tenemos, porque a veces también caigo en el error, de juzgar, de suponer e incluso de externar lo que pasa por mi cabeza sin detenerme a pensar si la estaré cagando o no, está muy mal. No lo hagan, por favor. *   *   *   * Comencé a ir al gimnasio, no por lo que les acabo de contar, en realidad lo hice por un tema estricto de salud pero, no miento si les digo que se trata también de

La belleza cuesta.

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Es un trauma y una injusticia, no solo para l@s gord@s… sino para toda la humanidad, que todas las delicias del mundo, como los sopes… los tamalitos, cualquier garnacha… sean absolutamente engordadoras. Seamos honestos, es difícil ser flac@, a menos que seas uno de esos (malditos) afortunados a los que la naturaleza favoreció con un organismo ágil… es decir, que pueden tragar como marranos y no engordan un solo gramo… (ay, cómo los odio!!), pero si no es así, hay de 2 sopas: vivir eternamente a dieta y restringiendo cualquier tipo de antojo, además de mantener una rutina de actividad física… o, caer en la vieja trampa de 'de algo me he de morir' y dedicarte a tragar como marrano, engordando y enfermando a cada bocado. Yo no sé si sea cuestión de actualidad, es decir, ser gordo no era taaaaaan malo en el pasado, ser gordo ahora, es una ofensa a la sociedad, un descaro vil y… la verdad, un placer de lo más culposo que pueda existir. Para las mujeres, ser 'robusta', e

Lo más importante.

Me enlelo viendo esas fotos del antes y después de todas aquellas personas que han conseguido lo que yo no: bajar de peso.  Ya sé, yo también podría tener mis propias fotos... porque era mucho más gorda antes que ahora, porque mi trabajo me costó que los demás dejaran de creer que para mí era más fácil rodar que caminar... sin embargo, y a riesgo de sonar dramática, es uno de los sueños de todo gordo, dejar de serlo... no sean pinches mentirosos. Es uno de mis sueños más preciados dejar de ser la gordita algún día. Ni siquiera es que tengamos que padecer obesidad mórbida, bastan unos kilillos de más, unas lonjitas desparramadas y un par de cachetes brillosos para que, lunes a lunes, planeemos empezar la dieta. ¡¡Qué!!, las dietas se tienen que empezar en lunes... eso TODO el mundo lo sabe, o sea, hello. El punto es que nunca estamos contentos, pero sucede que no estamos contentos con nosotros mismos, más allá de lo que pesemos o cómo nos veamos.  No es que yo quiera promov

Una pinche torta de milanesa.

Cuando nos ponemos a dieta solemos caer en un terrible error: anunciarlo. Está una tan motivada y tan dispuesta a, ahora sí, hacer la dieta como debe ser, que lo anunciamos con bombo y platillo... hasta nos damos el lujo de negarnos a alguna invitación. Claro, durante los primeros días de la dieta en los que, alimentarse de lechuga y jitomate, parece una tarea sencilla. - Ándale, solo un taquito . Ay no, gracias, es que ¡estoy a dieta! ... y esa última parte es la que nos dejará estigmatizadas, al menos, durante los siguientes días... porque, al principio es sencillo... desayunar pan integral con una micro rebanada de queso panela y media taza de melón... ¡qué fácil!... comer una pechuga a la plancha, acompañada de toda la verdura que queramos, ¡pan comido!... Y así pasan los días, así observas cómo los demás disfrutan de tacos, gorditas y cuanta garnacha se cruce por su camino... mientras una, gorda abnegada, muerde su pepino con todo el rencor que le es posible... y, por u

A fuerza... de voluntad.

Anoche me preguntaron cuál es mi comida favorita, a lo cual respondí (sin dudarlo ni un segundo) ¡pizza!. Es así, benditos sean los italianos por ese platillo taaaan delicioso... y benditas sean las aportaciones que han hecho en ella la globalización... porque, por ejemplo, una de mis pizzas favoritas es la 'mexicana'... esa con chorizo, frijoles y jalapeño. ¡ÑOM! Sin embargo, y como era de esperarse, la pizza es uno de esos alimentos engordadores a más no poder... a menos que sustituyas ingredientes y termines comiendo una masa integral sin ningún sabor, cubierta de queso light y jamón de pavo... ¡así no juego! Así que, ahora con la dieta y las metas que hay en mente, no comer pizza será uno de mis más grandes sacrificios... ¡Snifs! Debo reconocer que estar a dieta no es tan malo como algunos creen, es difícil, por supuesto, pero es algo con lo que se puede vivir... más si tu vida depende de ello. Quizá es que una de las partes difíciles es lidiar con las demás person

Ser gorda...

Una no se da cuenta, tampoco venimos cargando con un letrero... y, así como unas somos gordas, habrá otras que son flacas, altas, chaparras, morenas, etc... y para todas hay un cliché, para todas hay una carga distinta... simplemente por el hecho de 'ser'. Yo, soy gorda. Una de esas tantas veces en que mi mamá presumía mi hermosa robustez, alguien le preguntó si a mí no me molestaban en la escuela... a lo que ella respondió sonriente que no, que nunca le había llegado con una sola queja... es que no sé si te dije, nació pesando 4,700 ¬¬ Mi mamá asumía que yo era lo suficientemente fuerte, o sea, gorda como para que nadie me molestara... pero, lo que ella no sabía es que, había un niño que me quitaba mi torta... y no conforme con eso, me jalaba los cabellos, el muy culero. El niño culero se llamaba Oscar, me acuerdo perfecto... yo no era chillona, desde chiquita aprendí a manejar mis propios problemas, aún los que tenían que ver con Oscar,  y sí, yo era gorda... pero no lo s